Érase una vez una mujer igual que las demás, una serie de números que en la fábrica se perdía en su inmensidad, 10169 era su nombre y se sentía feliz con eso, pues ser parte del empleo en la banda transportadora era el sueño que todos anhelaban en ese momento. Sin embargo algo molesto ocurría, un ser azul en su estómago vivía, que cada vez que ella un error cometía el tipo salía y un estruendo siempre hacía.

​

​

​

 

♫ pum pum pum zaz zaz zaz Soy yo, Mr. Blue el tipo de azul, espectacular soy yo, canto y bailo para entretener, y a mi ama poder enrojecer, de estas cadenas yo me quiero librar, y de colores mi vida llenar, pero por culpa de este saco de huesos mis sueños jamas se me cumplirán. ♫

​

Ella a Mr. Blue le tapo su boca, pues ante tal estruendo sus compañeras el botón de urgencia hicieron sonar con premura, tras esto de las oficinas salió la jefa, que con sus pequeños tacones golpeaba el suelo como tambores, se acerco a ella con todas las ansias de verla en la calle, pero 10169 apenada se arrodilló rogando que no la saquen. 

 

Dos guardas de seguridad la agarraron de sus brazos y al exterior la lanzaron. La luz era segadora, pero el olor era diferente, algo que jamas ella había presenciado, un gran campo verde, lleno de flores y un bello ambiente; eso le hizo pensar que tan maravilloso tenía el otro lugar, así que por una ventana entró y a sus compañeras les hizo escuchar:

 

“Fuera de aquí hay un mundo bello, lleno de colores vibrantes y olores de en sueño”.

 

Pero a pesar de su estruendo nadie le quiso creer, su jefa decidió que para acabar con esto un ejercicio de corrección seria perfecto. Así le lavaron el cerebro y Mr. Blue desapareció en el proceso; postrada a una silla vivió frente a la banda transportadora, tal como una máquina, un número de serie dentro de la fábrica por siempre trabajadora.